sábado, 5 de enero de 2013

37. The Point of Origin

Maratón PT. 4


Zoé's POV

Ya era nuestro cuarto día en México. Con solo pensar que mañana seria cinco de junio se formaba un inmenso nudo en mi garganta y llegaban unas ganas incontrolables de llorar pero debía buscar alguna manera de despejar todos aquellos estúpidos y horribles sentimientos pues si me rompía en llanto seguramente me escucharían los demás y no quería alarmarlos.
Parece que todavía ninguno de los chicos sabia aun de mi cumpleaños, eso está bien, no quiero que me recuerden esa fecha más de lo necesario y en todo caso, ya no es importante para mí, no desde el año pasado.
La luz se filtraba por el enorme ventanal de nuestra habitación, me senté en mi cama y vi que Sam también estaba despierta.
- Será mejor que te apures. - Dijo Sam para después ver el reloj en la mesita de noche. - Son las siete y de aquí a allá son tres horas en auto. - Asentí una vez antes de levantarme de un salto que mi cuerpo no recibió bien, tome una ducha de menos de diez minutos y me vestí con algo muy básico: pantalones pitillo grises, un top blanco tres tallas más grande que tenía un estampado de plumas en distintos colores y unos converse de corte clásico blancos. Me vi unos segundos en el espejo mientras aplicaba el delineador sobre el párpado superior e inferior, en el inferior lo difuminé un poco. Mi cabello seguía humedecido por lo cual sólo aplique un poco de crema para que, cuando se secara, las ondas se marcarán más.
Salí del cuarto del baño guardando y note que Sam también estaba vestida y arreglada.
- Los chicos siguen dormidos, preparare el desayuno para ellos y tal vez después los lleve a la playa o a dar una vuelta.
- Eso suena bien. - Dije mientras tomaba un bolso mediano que deje colgado en la puerta del armario. - Muchas gracias, intentare regresar para la comida. - Sam se acercó a mí poniendo una mano en mi hombro.
- No te preocupes por eso, quédate el tiempo que necesites quedarte, yo me encargare de todo por aquí. - Le sonreí y después nos dimos un corto abrazo mientras yo le susurraba otro gracias al oído. - Anda, ve. - Nos soltamos y camine hacia la puerta cuando Sam me detuvo. - Se te olvida esto. - Tenía en sus manos la caja de madera que mi tía me había dado y un sobre blanco que tenía dentro una carta que yo había escrito. Tome aquellos objetos y me despedí de Sam con una seña de la mano. Camine por el pasillo en puntitas pues pasaba por la habitación de los chicos y no quería despertarlos aunque tuve la mala suerte de que una de las maderas del suelo rechino bajo mi contacto pero nadie se despertó o no hubo señal de que lo hicieran. No me sentí segura hasta que llegue al pie de las escaleras en la planta baja. Antes de salir, tome una manzana y un yogurt bebible junto con las llaves de la camioneta que habíamos rentado, Sam se tomó las molestias de enseñarme cómo manejar del lado izquierdo hace un par de noches, por lo cual ahora me sentía suficientemente capacitada como para llegar a Chichen-Itzá sin causar algún caos vial.
Cuando salí de la casa observe el alba, aquel momento en el que el cielo se pinta de un azul cercano al rey y cuando el sol está a punto de salir. Desde la casa teníamos una vista estupenda de la playa y los amaneceres eran increíbles, cuando mi familia y la de Sam viajaban aquí era una tradición imperdible salir a esta hora con un chocolate caliente o café cubiertos en mantas abrigadoras para sentarnos al borde de la playa y ver como el rey de los astros ascendía hasta que sus rayos se estirarán haciendo que todo lo que tocarán se pintara de un cálido y familiar anaranjado hasta llegar a nuestra piel calentándola con su simple contacto. No era de sorprenderse que se escuchará alguna exclamación de sorpresa pues era algo que simplemente quitaba el aliento y justo ahora se presentaba ante mí.
- Wow. - Murmure en una voz queda. Me recargue sobre la puerta del auto y observe por unos minutos cuando algo caliente toco la piel desnuda de mi brazo derecho.
- Encantador. - Dijo Sam nuevamente ofreciéndome un termo con café.
- Gracias.
- ¿No te invaden las memorias?
- Más que nunca. - Sam recargo su cabeza en mi hombro y pude sentir como una lágrima se derramaba por su mejilla y después por mi brazo.
- Los extraño. - Pase mi brazo por sus hombro y la envolví en un abrazo.
- Yo también. - Nos quedamos otros minutos y cuando el amanecer se había completado ambas soltamos un suspiro. - Será mejor que me vaya. - Dije con algo de pesar, no quería enfrentarme a aquella caja o a mi carta.
- Cuídate, llámame si pasa algo. - Asentí y me metí en el auto encendiéndolo pero antes de arrancarlo me puse mis gafas de sol. Di reversa para salir del aparcamiento y me despedí de Sam nuevamente con la mano antes de desaparecer por la autopista de camino al punto de origen de mi familia.

Dougie’s POV

No desperté hasta después de las once de la mañana, en realidad, era casi mediodía. Tome una ducha y me vestí con unas bermudas de mezclilla, una playera de zukie y unas vans negras. Salí de mi habitación con el cabello aun húmedo, camine hacia la cocina guiado por el instinto pues no tenía idea de donde estaba ni donde estaba yo. Ayer llegue tan adormilado que ni siquiera preste mucha atención a donde habíamos llegado. Por suerte mi instinto no me fallo y llegue a la cocina topándome con que era el último en despertar aunque dudé de esto al no ver a Zoé por ningún lado.
- Buenas noches, Bello Durmiente. - Saludo Harry quien tenía una taza de café entre las manos.
- No soy el último en despertar ¿O sí?
- Sí, si lo eres. - Respondió Tom.
- Entonces ¿Dónde está Zoé? - En ese momento y después de mi pregunta todos voltearon a ver a Sam.
- Ella tuvo que salir muy temprano a Yucatán.
- Yuca... ¿Qué?
- Yucatán, es donde se encuentra Chichen-Itzá. - Nos lanzamos una mirada entre nosotros que Sam no supo descifrar muy bien.
- ¿No les suena ese nombre? - Cuestiono Tom mientras rascaba su barbilla en un intento de recordar en donde había escuchado eso.
- ¡Por supuesto! - Harry chasqueo sus dedos antes de continuar. - ¿No era donde sus padres se conocieron?
- Oh, claro. - Afirmo, Danny. - Nos contó esa vez en su casa cuando paso lo de... - Tom raspo un poco su garganta.
- Todos sabemos que paso. En fin ¿Tú sabes de eso, Dougie?
- Si, me contó hace algún tiempo de eso.
- Claro que lo hizo. - Comento Harry con una sonrisa coqueta.
- Como sea ¿Qué fue a hacer? - Pregunte ciertamente consternado y preocupado.
- Sinceramente, no tengo idea, sabía que iría antes de su cumpleaños. Aunque llevo con ella una caja de madera y un sobre.
- Espera... Esa caja ¿era vieja con el seguro roto? - Le pregunte yo al recordar aquel día en el autobús en el que me contó del contenido de esa casa y de cómo no había tenido el valor suficiente como para abrirla y leer el contenido.
- Si, exactamente.
- Oh, dios.
- ¿Qué tiene esa caja de especial? - Danny pregunto después de dar un sorbo a su café.
- Fue un regalo de su tía donde venían cartas y correos que su hermano, el padre de Zoé, le enviaba.
- No tenía idea de eso, pero sé que ella quería estar sola. - Dijo a la ofensiva Sam al notar mis intenciones.
- No es lo que quiere realmente. - Conteste un poco molesto.
- ¿Cómo puedes estar tan seguro de lo que ella quiere?
- Créeme, lo sé. Tengo que ir.
- Ella no quiere eso. - Ahora sólo discutíamos Sam y yo.
- Estoy completamente seguro de que sabes esto; Zoé se ha pasado casi un año guardando todo lo que siente excepto aquella vez que hablo conmigo y otro día con ellos. - Señale a los chicos que nos veían sin saber que decir. - Pero tú y yo sabemos que todavía tiene mucho que sacar y hacerlo sola no es la mejor opción así que, te guste o no, iré con ella.
- ¿Por qué tú? Bien podría ir yo al ser su mejor amiga quien le ha causado menos daño en toda su vida que tú en un año de conocerla. Si, Poynter, ella me contó cada cosa que le ha sucedido y la mayoría tienen que ver contigo y no, no son buenas experiencias exactamente las que le has dejado.
- Pero, aun así, seré yo quien vaya.
- ¿Por qué? - Sam enarco una ceja a manera de desafío en espera de una respuesta.
- Porque sabes muy bien lo mucho que está enamorada de mí y yo de ella a pesar de todo lo que ha pasado. - Sam sonrió y su faceta se ablando.
- Te pediré un taxi. - Salió de la cocina con el teléfono entre sus manos mientras marcaba un número. Solté el aire que estaba reteniendo y me sentí feliz por haber obtenido la victoria.
- Primera vez que lo dices en voz alta. - Tom soltó un silbido después de hablar. - Enserio estás loco por esa chica.
- Más que eso. - Conteste y Sam había regresado en ese momento.
- El taxi llegara en diez minutos, toma esto. - Me dio unos cuantos billetes y monedas que eran distintos a los que usábamos en Londres. - Tienes la suerte de que hable inglés, estos billetes son como los de allá pero, obviamente, no valen lo mismo. Cuando el conductor te diga cuando le debes de pagar, asegúrate de sumar la cifra correcta. Los números vienen aquí. - Señalo cada billete mostrándome la ubicación de la denominación e hizo lo mismo con las monedas. - Ahora guardarlo. - Guarde el dinero en los bolsillos de mis bermudas y se escuchó el timbre. Sam se acercó a una especie de teléfono que estaba en la pared, seguramente era el intercomunicador que conectaba con el timbre. - Oh, adelante. - Después de decir eso presiono un botón y colgó la bocina. - Ya llego, yo le daré las instrucciones de a donde tiene que llevarte, una vez ahí tienes que buscar la Pirámide del Sol. Es la más grande de todas y la ubicarás de inmediato. Ella seguramente se encontrará sentada debajo de un árbol o en una sombra, hay pocos árboles así que también será fácil ubicarla ¿Te ha quedado claro, Poynter?
- Si pero llámame Dougie, no me gusta que me llamen por mi apellido.
- Pero Zoé lo ha hecho cientos de veces. - Comento Danny quien recibió un golpe en la nuca por parte de Tom.
- Piensa otra vez el porqué. - Dijo este exasperado.
- Oh, ahora entiendo. - Tom soltó un suspiro mientras negaba con la cabeza después de que Danny dijera esto último. Se escuchó un claxon y sabía que era hora de irme.
Salí de la casa acompañado de Sam quien se acercó al conductor a darle las instrucciones en español las cuales, en realidad, no entendí. El conductor asintió y Sam de acerco a mi ventanilla.
- Nos va a cobrar cuatrocientos cincuenta pesos por la distancia.
- ¿Qué tan lejos es?
- Son cuatro horas de camino pero él me aseguro que te hará llegar en dos sin arriesgar tu vida, o no potencialmente. - Abrí los ojos como platos al oír esto. - Tranquilo, llegarás bien y a tiempo. Mucha suerte.
- Gracias y disculpa lo de hace rato.
- No tienes nada de que disculparte, te estaba probando. - Dio dos golpecitos a la puerta y el conductor arranco antes de que yo le preguntará algo más. Salimos de la casa y el conductor acelero lo más que pudo haciendo que me aferrara del asiento. Tuvimos la suerte de que no hubiera tráfico y al cabo de dos horas y media ya estábamos en las puertas de Chichen-Itzá. Pague al señor la cantidad que Sam me menciono y entre corriendo a aquel increíble lugar.
Busque la pirámide más grande y se encontraba justamente al centro del lugar, después busque árboles o lugares que crearán sombra y al final la encontré. Estaba sentada debajo de la sombra de un árbol, tal como lo había dicho Sam. Tenía la caja abierta a su lado izquierdo mientras sostenía un pedazo de papel con la mano derecha.
Me acerque lentamente a ella y a unos cuantos pasos de distancia la escuche leer en voz alta el contenido de ese papel.
- ... No tienes una idea de cuánto me han faltado tú, mi mamá y mis hermanos pero, aun estando físicamente ausente, me sigues cuidando y buscando lo mejor para mí. Yo te prometo encontrar la felicidad tal como tú lo hiciste en donde menos te lo esperabas... - La interrumpí diciendo algo que planeaba cumplir. Ella giro hacia mi sorprendida, tenía lágrimas en ambas mejillas y, sin dudarlo, me acerque a ella para envolverla entre mis brazos.

Zoé's POV

Llegue a las diez con veinticinco minutos a Chichen-Itzá, tarde menos en llegar pues la autopista se encontraba bastante vacía. Pude haber llegado en poco más de dos horas si hubiera presionado más el acelerador pero, en realidad, iba a una velocidad que podía ser considerada lenta, no quería llegar, no aún.
Baje de la camioneta con aquellos objetos entre mis manos y pague mi boleto de entrada. Sabía perfectamente hacia donde iba una vez que había entrado pues ya había visitado este lugar hace cinco años junto con Sam y nuestras familias.
Me enfrente a aquella majestuosa e imponente pirámide denominada "del Sol". Busque un árbol cerca que pudiera proporcionarme sombra pues el astro rey no tardaba en colocarse en su máximo punto.
Me quede unos minutos observando el entorno. Veía cada uno de los vestigios que se encontraban en mi rango de visión y me encantaba descubrir detalles nuevos que hace unos años no había notado, este lugar era simplemente increíble, era una lástima que no hubiera cargado mi cámara conmigo hoy aunque sí traía mi celular en el cual observe la hora, estaba aplazando aquel momento y si ya lo había hecho una hora podía hacerlo unos minutos más para tomar fotos del lugar.
Después de quince minutos más de dispersión, decidí que era momento de abrir y de seguir viendo lo que sea que hubiera dentro de la caja así que lo hice. Lo primero que encontré fue la carta que ya había leído y, a su vez, la fotografía que esta carta incluía. Los puse de un lado y desdoble la siguiente hoja, esta era de hace más de doce años y estaba escrita con la excelente caligrafía de papá, fue escrita el veintiséis de febrero de mil novecientos noventa y nueve sin especificar que día de la semana era, en ese entonces, Leonardo tenía trece y yo diez, aproximadamente. En esa carta mi padre redactaba que tanto habíamos crecido y como la salud de mi madre, que siempre ha sido delicada, había mejorado después de haber tenido un resfriado que se tornó en una pulmonía.
Cada carta y correo eran diferentes pero siempre tenían algo en común: mi mama, mi hermano y yo. Mi padre era devoto a la familia y nos amaba con todo su ser. Leí carta tras carta tras carta durante un largo lapso de tiempo. Conté más de cien cartas y correos aunque la última que leí fue la que más me llego al corazón, fue escrita el día que yo nací: domingo 5 de junio de 1988 y en ella se leía:

Querida Rachel:
Hoy ha nacido tu segunda sobrina, es absolutamente radiante. Justo ahora se encuentra entre mis brazos dormida, lamento la mala caligrafía pero espero entiendas los motivos detrás de eso. Ella pesa dos kilos con trescientos cincuenta gramos y mide cuarenta y cinco centímetros, esto me tiene preocupado pues las enfermeras dicen que es un poco pequeña según los estándares promedios pero aún así dicen que es algo recurrente. Tiene unos hermosos ojos color café que se parecen mucho a los que tenía nuestra tía Helen ¿Recuerdas? Por cierto, me entere tardíamente de lo que le ha pasado, es un pena que la hayamos perdido en un incidente de tal índole, ella hubiera estado encantada de conocer a sus sobrinos-nietos, era un encanto de mujer.
Dejando eso de lado, mi pequeña y preciosa bebé ha soltado justo en este preciso momento un suspiro y se ha removido en mis brazos, es hipnotizante observarla al igual que como lo fue con Leonardo en su momento. Me alegra que sus edades no sean muy diferentes aunque Leo no la ha conocido aún y presiento que se sentirá celoso aunque se adaptara muy pronto, te puedo asegurar que se volverá en un pequeño guardián para ella. Leonardo está a punto de empezar el preescolar, será en agosto cuando empiece a ir a la escuela y se encuentra muy emocionado por eso pero hace unos días lloro por más de veinte minutos al imaginarse estar separado de su mamá por seis horas. Hablando de Leonardo, él acaba de llegar, fue traído por unos amigos nuestros llamados Roberto y Mariana, ella también está embarazada y parece que tendrá a su bebe en unos cuantos días, me ha dicho que si es niña la llamada Samantha Alejandra y si es niño Ryan, como yo.
Leonardo me mira con recelo y curiosidad, voy a presentarle a Zoé, así es como la hemos llamado. Significa "vida" en griego y creo que le queda perfecto.
¡Leonardo ha quedado encantado con Zoé! Se la he presentado y me dijo muy dulcemente "¿Ella estaba en la barriga de mamá?". Hizo millones de preguntas pero al final declaro sumamente seguro "Ella es mía" cuando Zoé tomo su dedo índice. Ahora mismo, Leonardo y Zoé se encuentran con Sylvia y ambos han caído dormidos en sus brazos aunque no dudo que mi hermosa esposa también lo haga en cuestión de minutos. Lamento que esta carta sea tan corta pero sólo he querido decirte que eres tía por segunda vez, justo ahora voy a llevar a Leonardo a casa con la niñera y, de camino, traeré unas cosas para mi esposa quien saldrá mañana del hospital junto con mi pequeña vida; Zoé.
Te escribiré muy pronto y te mandaré una foto nueva de la familia, lo prometo.
Te ama y te extraña,
Tu fiel hermano; Ryan.

Limpie las lágrimas que habían invadido a mis mejillas, me imagine a la perfección la emoción que tuvo mi padre en ese momento en el que nos presentó a Leonardo y a mí. Habían dos cartas similares a esta: una del día en que nació Leonardo y otra de cuando nació Larissa Charlotte, los nombres de mi hermana menor. Sentía que eran demasiado privadas y decidí no leerlas, no en este momento. Mire la hora en la pantalla de mi celular, faltaban veinticinco minutos para que dieran las tres, tendría que regresar pronto con los chicos. Guarde nuevamente las cartas en su caja pero deje las fotografías encima de ellas para poder enmarcarlas y colgarlas cuando llegue a casa. Cerré la caja y tome el sobre que contenía la carta que yo había escrito hace unos días. Abrí la solapa del sobre y saque aquellas hojas con pequeños manchones de tinta provocados por las lágrimas que cayeron sobre las palabras.

Miércoles 18 de mayo del 2011.
Familia:
Su aniversario luctuoso está demasiado cerca así como mi cumpleaños número veintitrés. No hablo mucho sobre lo que ha pasado con ustedes ni conmigo, solamente lo he hecho dos veces y temo que no me ha sentado nada bien recordar lo que ha sido de ustedes. Pronto regresare a México por unos cuantos días y visitare el lugar donde se originó nuestra familia, donde Mamá y Papá se conocieron y enamoraron. Ciertamente, he de admitirlo, nuestra historia parece una película, como dijo un amigo.
Enamoramientos, fugas, matrimonio y pérdida. Todo lo que se necesita para tener un éxito en Hollywood.
En fin. Justo ahora estoy trabajando como fotógrafa en el tour junto con mi banda favorita y, ahora, mis mejores amigos - casi hermanos; McFly. Choque con ellos por asares del destino y ahora son muy cercanos a mí y yo a ellos.
Mi trabajo es increíble, en menos de seis meses he logrado muchas cosas. Me gustaría que estuvieran aquí para ver el giro que ha dado mi vida.
También he tenido experiencias difíciles que me gustaría solo olvidar pero, al final de cuentas, todo sirve para aprender.
Leonardo, he recordado a nuestra banda y, puede sorprenderte, pero extraño tocar a tu lado y al de los chicos, hacer esas presentaciones y he encontrado la conclusión de que si me gustaba tocar en vivo y ahora es probable que no pueda hacerlo más pues sin ti nunca será lo mismo ya que fue algo que los dos construimos.
Madre, cada pequeño detalle me recuerda a ti, inclusive he comprado un piano Baby Grand como el que tu tenías en casa, es exactamente igual a excepción de que no tiene esos rayones de crayola en las patas que Leonardo y yo hicimos cuando pequeños. Un amigo llamado Tom me ha enseñado a tocarlo y puedo decir orgullosamente que soy bastante buena en eso. He compuesto algunas canciones que se quedaran guardadas en aquel bloc de notas amarillo, sí, me he comprado uno similar al que tu tenías para hacer tus notas y tus pentagramas para tus clases.
Padre, no sabes cuánto te agradezco lo que has hecho aun cuando estas ausente, hace unos meses me mude al departamento que compraste en Londres, es simplemente perfecto aunque demasiado grande, podría asegurar que es un Pent-house. He leído más de una vez tu libro favorito: Jardines de Mogador y a su vez, tu frase predilecta: Sus palabras fueron mi refugio y su mirada protectora mi horizonte.
Tuve que vender la mayoría de las propiedades que me fueron heredadas a excepción de esa casa en Cancún, por alguna razón, siento que no tengo el derecho de venderla pues no es solo mía, también es de Sam.
Mariana ha fallecido al igual que Roberto, ambas nos hemos quedado solas pero aun nos tenemos a nosotras. No la he visto desde que me mude a Londres y es muy probable, es más, es seguro que la veré cuando llegue a México, ella no sabe que ahora me codeo con McFly y ansió contarle para ver su estupefacto rostro.
Para terminar esta carta; Padre, no tienes una idea de cuánto me han faltado tú, mi mamá y mis hermanos pero, aun estando físicamente ausente, me sigues cuidando y buscando lo mejor para mí. Yo te prometo encontrar la felicidad tal como tú lo hiciste en donde menos te lo esperabas...

- Y yo prometo ser parte de esa felicidad. - Escuche su voz a mis espaldas y gire rápidamente para encararlo, él se acercó a mí y me envolvió entre sus brazos mientras acariciaba mi cabello, hundí mi rostro en su cuello mientras lloraba un poco más. - No tienes por qué enfrentarte al pasado sola, sé que es lo que menos quieres en estos momentos.
- Pero yo…
- Sé que crees que serás una carga pero no es así. Estoy, estamos para apoyarte. - Asentí contra su cuello mientras aferraba mis manos a su playera. - Todo estará bien.
- Gracias. - Murmure con cierta dificultad, él beso mi sien haciéndome sentir protegida y acogida entre sus brazos.

(* * *)

Regresamos a la casa cerca de las siete y media pues habíamos dado un recorrido a las ruinas. En el camino de regreso le estuve contando a Dougie el contenido de algunas cartas y él porque había decidido ir hoy a mañana pero sin comentarle que mañana sería mi cumpleaños. Varias veces escuche su estómago rugir y me dijo que se había levantado tarde pero no desayuno por ir a buscarme.
- Te preparare algo cuando lleguemos. - Dije un tanto apenada por causarle molestias.
- Será mejor que dejes de pensar en que me causaste alguna clase de molestia pues no fue así y en cuanto a la comida, la aceptare con gusto. - Tocamos el timbre del portón una vez que habíamos llegado.
- Vaya, por fin llegan. - Dijo Sam a través del alto parlante. - Pasen. - El portón se abrió y en menos de dos minutos ya estábamos entrando a la casa. Fui recibida por un abrazo de parte de Sam quien me reprocho el no haberle dicho exactamente que iba a hacer, me disculpe con ella y me murmuro que no le quedaba de otra más que disculparme pero que no volviera a hacer lo mismo pues solo terminaba preocupándolos a todos.
- Todavía hay hamburguesas por si quieren comer… - Antes de que Danny pudiera terminar de hablar, Dougie salió corriendo a la cocina. - … Algo.
- No había comido nada, ni siquiera pude comprarle algo haya pues no había nada abierto.
- No te preocupes pero será mejor que te apresures tú también si no quieres que él se coma tu ración. - Reímos por el comentario de Harry y todos fuimos a la cocina donde Dougie se encontraba devorando su comida. Yo también comí mi ración con un poco de dificultad pues los chicos y Sam no dejaban de decir cosas graciosas. Observe mi entorno unos segundos y sonreí al comprender una cosa.

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