Maratón PT. 4
Zoé's POV
Ya era nuestro cuarto día en
México. Con solo pensar que mañana seria cinco de junio se formaba un inmenso
nudo en mi garganta y llegaban unas ganas incontrolables de llorar pero debía
buscar alguna manera de despejar todos aquellos estúpidos y horribles
sentimientos pues si me rompía en llanto seguramente me escucharían los demás y
no quería alarmarlos.
Parece que todavía ninguno de los
chicos sabia aun de mi cumpleaños, eso está bien, no quiero que me recuerden
esa fecha más de lo necesario y en todo caso, ya no es importante para mí, no
desde el año pasado.
La luz se filtraba por el enorme
ventanal de nuestra habitación, me senté en mi cama y vi que Sam también estaba
despierta.
- Será mejor que te apures. - Dijo Sam para después ver el reloj en
la mesita de noche. - Son las siete y de
aquí a allá son tres horas en auto. - Asentí una vez antes de levantarme de
un salto que mi cuerpo no recibió bien, tome una ducha de menos de diez minutos
y me vestí con algo muy básico: pantalones pitillo grises, un top blanco tres
tallas más grande que tenía un estampado de plumas en distintos colores y unos converse
de corte clásico blancos. Me vi unos segundos en el espejo mientras aplicaba el
delineador sobre el párpado superior e inferior, en el inferior lo difuminé un
poco. Mi cabello seguía humedecido por lo cual sólo aplique un poco de crema
para que, cuando se secara, las ondas se marcarán más.
Salí del cuarto del baño
guardando y note que Sam también estaba vestida y arreglada.
- Los chicos siguen dormidos, preparare el desayuno para ellos y tal
vez después los lleve a la playa o a dar una vuelta.
- Eso suena bien. - Dije mientras tomaba un bolso mediano que deje
colgado en la puerta del armario. - Muchas
gracias, intentare regresar para la comida. - Sam se acercó a mí poniendo
una mano en mi hombro.
- No te preocupes por eso, quédate el tiempo que necesites quedarte, yo
me encargare de todo por aquí. - Le sonreí y después nos dimos un corto
abrazo mientras yo le susurraba otro gracias al oído. - Anda, ve. - Nos soltamos y camine hacia la puerta cuando Sam me
detuvo. - Se te olvida esto. - Tenía
en sus manos la caja de madera que mi tía me había dado y un sobre blanco que
tenía dentro una carta que yo había escrito. Tome aquellos objetos y me despedí
de Sam con una seña de la mano. Camine por el pasillo en puntitas pues pasaba
por la habitación de los chicos y no quería despertarlos aunque tuve la mala
suerte de que una de las maderas del suelo rechino bajo mi contacto pero nadie
se despertó o no hubo señal de que lo hicieran. No me sentí segura hasta que
llegue al pie de las escaleras en la planta baja. Antes de salir, tome una
manzana y un yogurt bebible junto con las llaves de la camioneta que habíamos
rentado, Sam se tomó las molestias de enseñarme cómo manejar del lado izquierdo
hace un par de noches, por lo cual ahora me sentía suficientemente capacitada
como para llegar a Chichen-Itzá sin causar algún caos vial.
Cuando salí de la casa observe el
alba, aquel momento en el que el cielo se pinta de un azul cercano al rey y
cuando el sol está a punto de salir. Desde la casa teníamos una vista estupenda
de la playa y los amaneceres eran increíbles, cuando mi familia y la de Sam
viajaban aquí era una tradición imperdible salir a esta hora con un chocolate
caliente o café cubiertos en mantas abrigadoras para sentarnos al borde de la
playa y ver como el rey de los astros ascendía hasta que sus rayos se estirarán
haciendo que todo lo que tocarán se pintara de un cálido y familiar anaranjado
hasta llegar a nuestra piel calentándola con su simple contacto. No era de
sorprenderse que se escuchará alguna exclamación de sorpresa pues era algo que
simplemente quitaba el aliento y justo ahora se presentaba ante mí.
- Wow. - Murmure en una voz queda. Me recargue sobre la puerta del
auto y observe por unos minutos cuando algo caliente toco la piel desnuda de mi
brazo derecho.
- Encantador. - Dijo Sam nuevamente ofreciéndome un termo con café.
- Gracias.
- ¿No te invaden las memorias?
- Más que nunca. - Sam recargo su cabeza en mi hombro y pude sentir
como una lágrima se derramaba por su mejilla y después por mi brazo.
- Los extraño. - Pase mi brazo por sus hombro y la envolví en un abrazo.
- Yo también. - Nos quedamos otros minutos y cuando el amanecer se
había completado ambas soltamos un suspiro. - Será mejor que me vaya. - Dije con algo de pesar, no quería
enfrentarme a aquella caja o a mi carta.
- Cuídate, llámame si pasa algo. - Asentí y me metí en el auto
encendiéndolo pero antes de arrancarlo me puse mis gafas de sol. Di reversa
para salir del aparcamiento y me despedí de Sam nuevamente con la mano antes de
desaparecer por la autopista de camino al punto de origen de mi familia.
Dougie’s POV
No desperté hasta después de las
once de la mañana, en realidad, era casi mediodía. Tome una ducha y me vestí
con unas bermudas de mezclilla, una playera de zukie y unas vans negras. Salí
de mi habitación con el cabello aun húmedo, camine hacia la cocina guiado por
el instinto pues no tenía idea de donde estaba ni donde estaba yo. Ayer llegue
tan adormilado que ni siquiera preste mucha atención a donde habíamos llegado.
Por suerte mi instinto no me fallo y llegue a la cocina topándome con que era
el último en despertar aunque dudé de esto al no ver a Zoé por ningún lado.
- Buenas noches, Bello Durmiente. - Saludo Harry quien tenía una
taza de café entre las manos.
- No soy el último en despertar ¿O sí?
- Sí, si lo eres. - Respondió Tom.
- Entonces ¿Dónde está Zoé? - En ese momento y después de mi
pregunta todos voltearon a ver a Sam.
- Ella tuvo que salir muy temprano a Yucatán.
- Yuca... ¿Qué?
- Yucatán, es donde se encuentra Chichen-Itzá. - Nos lanzamos una
mirada entre nosotros que Sam no supo descifrar muy bien.
- ¿No les suena ese nombre? - Cuestiono Tom mientras rascaba su
barbilla en un intento de recordar en donde había escuchado eso.
- ¡Por supuesto! - Harry chasqueo sus dedos antes de continuar. - ¿No era donde sus padres se conocieron?
- Oh, claro. - Afirmo, Danny. - Nos
contó esa vez en su casa cuando paso lo de... - Tom raspo un poco su
garganta.
- Todos sabemos que paso. En fin ¿Tú sabes de eso, Dougie?
- Si, me contó hace algún tiempo de eso.
- Claro que lo hizo. - Comento Harry con una sonrisa coqueta.
- Como sea ¿Qué fue a hacer? - Pregunte ciertamente consternado y
preocupado.
- Sinceramente, no tengo idea, sabía que iría antes de su cumpleaños.
Aunque llevo con ella una caja de madera y un sobre.
- Espera... Esa caja ¿era vieja con el seguro roto? - Le pregunte
yo al recordar aquel día en el autobús en el que me contó del contenido de esa
casa y de cómo no había tenido el valor suficiente como para abrirla y leer el
contenido.
- Si, exactamente.
- Oh, dios.
- ¿Qué tiene esa caja de especial? - Danny pregunto después de dar
un sorbo a su café.
- Fue un regalo de su tía donde venían cartas y correos que su hermano,
el padre de Zoé, le enviaba.
- No tenía idea de eso, pero sé que ella quería estar sola. - Dijo
a la ofensiva Sam al notar mis intenciones.
- No es lo que quiere realmente. - Conteste un poco molesto.
- ¿Cómo puedes estar tan seguro de lo que ella quiere?
- Créeme, lo sé. Tengo que ir.
- Ella no quiere eso. - Ahora sólo discutíamos Sam y yo.
- Estoy completamente seguro de que sabes esto; Zoé se ha pasado casi
un año guardando todo lo que siente excepto aquella vez que hablo conmigo y
otro día con ellos. - Señale a los chicos que nos veían sin saber que
decir. - Pero tú y yo sabemos que todavía
tiene mucho que sacar y hacerlo sola no es la mejor opción así que, te guste o
no, iré con ella.
- ¿Por qué tú? Bien podría ir yo al ser su mejor amiga quien le ha
causado menos daño en toda su vida que tú en un año de conocerla. Si, Poynter,
ella me contó cada cosa que le ha sucedido y la mayoría tienen que ver contigo
y no, no son buenas experiencias exactamente las que le has dejado.
- Pero, aun así, seré yo quien vaya.
- ¿Por qué? - Sam enarco una ceja a manera de desafío en espera de
una respuesta.
- Porque sabes muy bien lo mucho que está enamorada de mí y yo de ella
a pesar de todo lo que ha pasado. - Sam sonrió y su faceta se ablando.
- Te pediré un taxi. - Salió de la cocina con el teléfono entre sus
manos mientras marcaba un número. Solté el aire que estaba reteniendo y me
sentí feliz por haber obtenido la victoria.
- Primera vez que lo dices en voz alta. - Tom soltó un silbido
después de hablar. - Enserio estás loco
por esa chica.
- Más que eso. - Conteste y Sam había regresado en ese momento.
- El taxi llegara en diez minutos, toma esto. - Me dio unos cuantos
billetes y monedas que eran distintos a los que usábamos en Londres. - Tienes la suerte de que hable inglés, estos
billetes son como los de allá pero, obviamente, no valen lo mismo. Cuando el
conductor te diga cuando le debes de pagar, asegúrate de sumar la cifra
correcta. Los números vienen aquí. - Señalo cada billete mostrándome la
ubicación de la denominación e hizo lo mismo con las monedas. - Ahora guardarlo. - Guarde el dinero en
los bolsillos de mis bermudas y se escuchó el timbre. Sam se acercó a una
especie de teléfono que estaba en la pared, seguramente era el intercomunicador
que conectaba con el timbre. - Oh,
adelante. - Después de decir eso presiono un botón y colgó la bocina. - Ya llego, yo le daré las instrucciones de a
donde tiene que llevarte, una vez ahí tienes que buscar la Pirámide del Sol. Es
la más grande de todas y la ubicarás de inmediato. Ella seguramente se
encontrará sentada debajo de un árbol o en una sombra, hay pocos árboles así
que también será fácil ubicarla ¿Te ha quedado claro, Poynter?
- Si pero llámame Dougie, no me gusta que me llamen por mi apellido.
- Pero Zoé lo ha hecho cientos de veces. - Comento Danny quien
recibió un golpe en la nuca por parte de Tom.
- Piensa otra vez el porqué. - Dijo este exasperado.
- Oh, ahora entiendo. - Tom soltó un suspiro mientras negaba con la
cabeza después de que Danny dijera esto último. Se escuchó un claxon y sabía
que era hora de irme.
Salí de la casa acompañado de Sam
quien se acercó al conductor a darle las instrucciones en español las cuales,
en realidad, no entendí. El conductor asintió y Sam de acerco a mi ventanilla.
- Nos va a cobrar cuatrocientos cincuenta pesos por la distancia.
- ¿Qué tan lejos es?
- Son cuatro horas de camino pero él me aseguro que te hará llegar en
dos sin arriesgar tu vida, o no potencialmente. - Abrí los ojos como platos
al oír esto. - Tranquilo, llegarás bien y
a tiempo. Mucha suerte.
- Gracias y disculpa lo de hace rato.
- No tienes nada de que disculparte, te estaba probando. - Dio dos
golpecitos a la puerta y el conductor arranco antes de que yo le preguntará
algo más. Salimos de la casa y el conductor acelero lo más que pudo haciendo
que me aferrara del asiento. Tuvimos la suerte de que no hubiera tráfico y al
cabo de dos horas y media ya estábamos en las puertas de Chichen-Itzá. Pague al
señor la cantidad que Sam me menciono y entre corriendo a aquel increíble
lugar.
Busque la pirámide más grande y
se encontraba justamente al centro del lugar, después busque árboles o lugares
que crearán sombra y al final la encontré. Estaba sentada debajo de la sombra
de un árbol, tal como lo había dicho Sam. Tenía la caja abierta a su lado
izquierdo mientras sostenía un pedazo de papel con la mano derecha.
Me acerque lentamente a ella y a
unos cuantos pasos de distancia la escuche leer en voz alta el contenido de ese
papel.
- ... No tienes una idea de cuánto me han faltado tú, mi mamá y mis
hermanos pero, aun estando físicamente ausente, me sigues cuidando y buscando
lo mejor para mí. Yo te prometo encontrar la felicidad tal como tú lo hiciste
en donde menos te lo esperabas... - La interrumpí diciendo algo que
planeaba cumplir. Ella giro hacia mi sorprendida, tenía lágrimas en ambas
mejillas y, sin dudarlo, me acerque a ella para envolverla entre mis brazos.
Zoé's POV
Llegue a las diez con veinticinco
minutos a Chichen-Itzá, tarde menos en llegar pues la autopista se encontraba
bastante vacía. Pude haber llegado en poco más de dos horas si hubiera
presionado más el acelerador pero, en realidad, iba a una velocidad que podía
ser considerada lenta, no quería llegar, no aún.
Baje de la camioneta con aquellos
objetos entre mis manos y pague mi boleto de entrada. Sabía perfectamente hacia
donde iba una vez que había entrado pues ya había visitado este lugar hace
cinco años junto con Sam y nuestras familias.
Me enfrente a aquella majestuosa
e imponente pirámide denominada "del Sol". Busque un árbol cerca que
pudiera proporcionarme sombra pues el astro rey no tardaba en colocarse en su
máximo punto.
Me quede unos minutos observando
el entorno. Veía cada uno de los vestigios que se encontraban en mi rango de
visión y me encantaba descubrir detalles nuevos que hace unos años no había
notado, este lugar era simplemente increíble, era una lástima que no hubiera
cargado mi cámara conmigo hoy aunque sí traía mi celular en el cual observe la
hora, estaba aplazando aquel momento y si ya lo había hecho una hora podía
hacerlo unos minutos más para tomar fotos del lugar.
Después de quince minutos más de
dispersión, decidí que era momento de abrir y de seguir viendo lo que sea que
hubiera dentro de la caja así que lo hice. Lo primero que encontré fue la carta
que ya había leído y, a su vez, la fotografía que esta carta incluía. Los puse
de un lado y desdoble la siguiente hoja, esta era de hace más de doce años y
estaba escrita con la excelente caligrafía de papá, fue escrita el veintiséis
de febrero de mil novecientos noventa y nueve sin especificar que día de la
semana era, en ese entonces, Leonardo tenía trece y yo diez, aproximadamente.
En esa carta mi padre redactaba que tanto habíamos crecido y como la salud de
mi madre, que siempre ha sido delicada, había mejorado después de haber tenido
un resfriado que se tornó en una pulmonía.
Cada carta y correo eran
diferentes pero siempre tenían algo en común: mi mama, mi hermano y yo. Mi
padre era devoto a la familia y nos amaba con todo su ser. Leí carta tras carta
tras carta durante un largo lapso de tiempo. Conté más de cien cartas y correos
aunque la última que leí fue la que más me llego al corazón, fue escrita el día
que yo nací: domingo 5 de junio de 1988 y en ella se leía:
Querida Rachel:
Hoy ha nacido tu segunda sobrina, es absolutamente radiante. Justo
ahora se encuentra entre mis brazos dormida, lamento la mala caligrafía pero
espero entiendas los motivos detrás de eso. Ella pesa dos kilos con trescientos
cincuenta gramos y mide cuarenta y cinco centímetros, esto me tiene preocupado
pues las enfermeras dicen que es un poco pequeña según los estándares promedios
pero aún así dicen que es algo recurrente. Tiene unos hermosos ojos color café
que se parecen mucho a los que tenía nuestra tía Helen ¿Recuerdas? Por cierto,
me entere tardíamente de lo que le ha pasado, es un pena que la hayamos perdido
en un incidente de tal índole, ella hubiera estado encantada de conocer a sus
sobrinos-nietos, era un encanto de mujer.
Dejando eso de lado, mi pequeña y preciosa bebé ha soltado justo en
este preciso momento un suspiro y se ha removido en mis brazos, es hipnotizante
observarla al igual que como lo fue con Leonardo en su momento. Me alegra que
sus edades no sean muy diferentes aunque Leo no la ha conocido aún y presiento
que se sentirá celoso aunque se adaptara muy pronto, te puedo asegurar que se
volverá en un pequeño guardián para ella. Leonardo está a punto de empezar el
preescolar, será en agosto cuando empiece a ir a la escuela y se encuentra muy
emocionado por eso pero hace unos días lloro por más de veinte minutos al
imaginarse estar separado de su mamá por seis horas. Hablando de Leonardo, él
acaba de llegar, fue traído por unos amigos nuestros llamados Roberto y
Mariana, ella también está embarazada y parece que tendrá a su bebe en unos
cuantos días, me ha dicho que si es niña la llamada Samantha Alejandra y si es
niño Ryan, como yo.
Leonardo me mira con recelo y curiosidad, voy a presentarle a Zoé, así
es como la hemos llamado. Significa "vida" en griego y creo que le
queda perfecto.
¡Leonardo ha quedado encantado con Zoé! Se la he presentado y me dijo
muy dulcemente "¿Ella estaba en la barriga de mamá?". Hizo millones
de preguntas pero al final declaro sumamente seguro "Ella es mía"
cuando Zoé tomo su dedo índice. Ahora mismo, Leonardo y Zoé se encuentran con
Sylvia y ambos han caído dormidos en sus brazos aunque no dudo que mi hermosa
esposa también lo haga en cuestión de minutos. Lamento que esta carta sea tan
corta pero sólo he querido decirte que eres tía por segunda vez, justo ahora
voy a llevar a Leonardo a casa con la niñera y, de camino, traeré unas cosas
para mi esposa quien saldrá mañana del hospital junto con mi pequeña vida; Zoé.
Te escribiré muy pronto y te mandaré una foto nueva de la familia, lo
prometo.
Te ama y te extraña,
Tu fiel hermano; Ryan.
Limpie las lágrimas que habían
invadido a mis mejillas, me imagine a la perfección la emoción que tuvo mi
padre en ese momento en el que nos presentó a Leonardo y a mí. Habían dos
cartas similares a esta: una del día en que nació Leonardo y otra de cuando nació
Larissa Charlotte, los nombres de mi hermana menor. Sentía que eran demasiado
privadas y decidí no leerlas, no en este momento. Mire la hora en la pantalla
de mi celular, faltaban veinticinco minutos para que dieran las tres, tendría que
regresar pronto con los chicos. Guarde nuevamente las cartas en su caja pero
deje las fotografías encima de ellas para poder enmarcarlas y colgarlas cuando
llegue a casa. Cerré la caja y tome el sobre que contenía la carta que yo había
escrito hace unos días. Abrí la solapa del sobre y saque aquellas hojas con
pequeños manchones de tinta provocados por las lágrimas que cayeron sobre las
palabras.
Miércoles 18 de mayo del 2011.
Familia:
Su aniversario luctuoso está demasiado cerca así como mi cumpleaños
número veintitrés. No hablo mucho sobre lo que ha pasado con ustedes ni
conmigo, solamente lo he hecho dos veces y temo que no me ha sentado nada bien
recordar lo que ha sido de ustedes. Pronto regresare a México por unos cuantos días
y visitare el lugar donde se originó nuestra familia, donde Mamá y Papá se
conocieron y enamoraron. Ciertamente, he de admitirlo, nuestra historia parece una
película, como dijo un amigo.
Enamoramientos, fugas, matrimonio y pérdida. Todo lo que se necesita
para tener un éxito en Hollywood.
En fin. Justo ahora estoy trabajando como fotógrafa en el tour junto
con mi banda favorita y, ahora, mis mejores amigos - casi hermanos; McFly.
Choque con ellos por asares del destino y ahora son muy cercanos a mí y yo a
ellos.
Mi trabajo es increíble, en menos de seis meses he logrado muchas
cosas. Me gustaría que estuvieran aquí para ver el giro que ha dado mi vida.
También he tenido experiencias difíciles que me gustaría solo olvidar
pero, al final de cuentas, todo sirve para aprender.
Leonardo, he recordado a nuestra banda y, puede sorprenderte, pero extraño
tocar a tu lado y al de los chicos, hacer esas presentaciones y he encontrado
la conclusión de que si me gustaba tocar en vivo y ahora es probable que no
pueda hacerlo más pues sin ti nunca será lo mismo ya que fue algo que los dos
construimos.
Madre, cada pequeño detalle me recuerda a ti, inclusive he comprado un
piano Baby Grand como el que tu tenías en casa, es exactamente igual a excepción
de que no tiene esos rayones de crayola en las patas que Leonardo y yo hicimos
cuando pequeños. Un amigo llamado Tom me ha enseñado a tocarlo y puedo decir
orgullosamente que soy bastante buena en eso. He compuesto algunas canciones
que se quedaran guardadas en aquel bloc de notas amarillo, sí, me he comprado
uno similar al que tu tenías para hacer tus notas y tus pentagramas para tus
clases.
Padre, no sabes cuánto te agradezco lo que has hecho aun cuando estas ausente,
hace unos meses me mude al departamento que compraste en Londres, es
simplemente perfecto aunque demasiado grande, podría asegurar que es un Pent-house.
He leído más de una vez tu libro favorito: Jardines de Mogador y a su vez, tu
frase predilecta: Sus palabras fueron mi refugio y su mirada protectora mi
horizonte.
Tuve que vender la mayoría de las propiedades que me fueron heredadas a
excepción de esa casa en Cancún, por alguna razón, siento que no tengo el
derecho de venderla pues no es solo mía, también es de Sam.
Mariana ha fallecido al igual que Roberto, ambas nos hemos quedado
solas pero aun nos tenemos a nosotras. No la he visto desde que me mude a
Londres y es muy probable, es más, es seguro que la veré cuando llegue a México,
ella no sabe que ahora me codeo con McFly y ansió contarle para ver su
estupefacto rostro.
Para terminar esta carta; Padre, no tienes una idea de cuánto me han
faltado tú, mi mamá y mis hermanos pero, aun estando físicamente ausente, me
sigues cuidando y buscando lo mejor para mí. Yo te prometo encontrar la
felicidad tal como tú lo hiciste en donde menos te lo esperabas...
- Y yo prometo ser parte de esa felicidad. - Escuche su voz a mis
espaldas y gire rápidamente para encararlo, él se acercó a mí y me envolvió entre
sus brazos mientras acariciaba mi cabello, hundí mi rostro en su cuello
mientras lloraba un poco más. - No tienes por qué enfrentarte al pasado sola, sé que es lo que menos
quieres en estos momentos.
- Pero yo…
- Sé que crees que serás una carga pero no es así. Estoy, estamos para
apoyarte. - Asentí contra su cuello mientras aferraba mis manos a su
playera. - Todo estará bien.
- Gracias. - Murmure con cierta dificultad, él beso mi sien haciéndome
sentir protegida y acogida entre sus brazos.
(* * *)
Regresamos a la casa cerca de las
siete y media pues habíamos dado un recorrido a las ruinas. En el camino de
regreso le estuve contando a Dougie el contenido de algunas cartas y él porque había
decidido ir hoy a mañana pero sin comentarle que mañana sería mi cumpleaños.
Varias veces escuche su estómago rugir y me dijo que se había levantado tarde
pero no desayuno por ir a buscarme.
- Te preparare algo cuando lleguemos. - Dije un tanto apenada por
causarle molestias.
- Será mejor que dejes de pensar en que me causaste alguna clase de
molestia pues no fue así y en cuanto a la comida, la aceptare con gusto. - Tocamos
el timbre del portón una vez que habíamos llegado.
- Vaya, por fin llegan. - Dijo Sam a través del alto parlante. - Pasen. - El portón se abrió y en menos
de dos minutos ya estábamos entrando a la casa. Fui recibida por un abrazo de
parte de Sam quien me reprocho el no haberle dicho exactamente que iba a hacer,
me disculpe con ella y me murmuro que no le quedaba de otra más que disculparme
pero que no volviera a hacer lo mismo pues solo terminaba preocupándolos a
todos.
- Todavía hay hamburguesas por si quieren comer… - Antes de que Danny
pudiera terminar de hablar, Dougie salió corriendo a la cocina. - … Algo.
- No había comido nada, ni siquiera pude comprarle algo haya pues no había
nada abierto.
- No te preocupes pero será mejor que te apresures tú también si no
quieres que él se coma tu ración. - Reímos por el comentario de Harry y
todos fuimos a la cocina donde Dougie se encontraba devorando su comida. Yo también
comí mi ración con un poco de dificultad pues los chicos y Sam no dejaban de
decir cosas graciosas. Observe mi entorno unos segundos y sonreí al comprender
una cosa.
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