sábado, 5 de enero de 2013

35. Landings

Maratón PT. 2
Zoé's POV

- Pequeña. - Otra vez ese leve mecimiento con la intención de despertarme. Perezosamente, abrí los ojos quitándome los audífonos y topándome con unos brillantes ojos azules. - Hemos llegado. - Y esa era la promesa de que las memorias de este lugar, que me vio crecer, inundarían mi cabeza soltando emociones en su pasar.
Me despabilé mientras estiraba los brazos con cuidado de no golpear a mi acompañante.
- ¿Pudiste descansar? - Podía sentir su mirada fija en mi perfil lo cual me hacía sentir avergonzada.
- Deja de mirarme tan fijamente. - Tape sus ojos con una de mis manos y la deje ahí por unos segundos. - Y, si, gracias. - Sentí el leve temblor que se provocó en el cuerpo de Doug gracias a la pequeña risa que había soltado.
- Estamos aquí. - Dijo Poynter mientras yo soltaba un suspiro.
- Así es. - Divague demasiado en todos mis pensamientos pues recién me había dado cuenta de que los únicos que estábamos en el avión. - Oh, es hora de bajar. - Destapé su vista, me puse de pie al igual que Dougie el cual, cuando estábamos en el pasillo y yo a punto de tomar mis mochilas de las cabinas, me detuvo tomando mi muñeca girándome hacia él, me envolvió con ambos brazos y escondió su rostro en mi hombro. - Doug… ¿Qué haces?
- Solo… solo quiero estar así por unos minutos ¿Podemos? - En vez de darle una respuesta trate de liberar mis brazos pero no para soltarme de él, sino, para envolver su cuello con ellos mientras él rodeaba mi cintura. Lo abrace lo más fuerte que pude sin infringirle alguna clase de daño aunque sé que ni con todas mis fuerzas podría hacer eso.
- ¿Estas bien? - Le pregunte al oído cuando me ciño aún más contra su cuerpo.
- Les pedimos que abandonen el avión, por favor. - Dijo una de las azafatas, Dougie y yo nos soltamos del abrazo pero nos tomamos de las manos. De alguna manera logro bajar mis mochilas de la cabina con una sola mano. Salimos del avión y nos encontramos con los chicos con todas las maletas en el punto donde se recogían. Intente soltarme de él pero no lo logre, lo único que hizo fue esconder nuestras manos entrelazadas detrás de su espalda y yo intente no ser muy obvia así que camine detrás de él esperando que no se notara.
- ¿Listos para irnos? - Dije tranquilamente.
- Tenemos que rentar un auto y contratar un chofer.
- Mi padre sabia de esto y mencionaba mucho… - Observe cada uno de los módulos hasta encontrar “Avis Driven” que era la empresa que más usaba cuando venían clientes de otros estados. - Ahí. - Señale el modulo donde se encontraban y camine hacia el mismo, yo me encargue de hacer el trámite solo que fue Tommy Jay quien firmo los documentos.
- Entonces, usted tendrá este radio con el que se podrá comunicar con su chofer asignado que es el señor Raúl Velázquez, él se encontrara con ustedes en la salida con una camioneta Chevrolet Suburban modelo 2010 color rojo y los llevara al hotel…
- Me parece que es el Hilton.
- Correcto, de todas maneras el estará a su servicio durante su tiempo de estadía en la ciudad y el los llevara a donde sea que ustedes necesiten.
- Muchas gracias, señorita.
- Estamos a sus órdenes, que tengan una excelente estadía.
- Hasta luego. - Me despedí de la señorita mientras tomaba el radio. - Ya está todo listo, chicos.
- Tu español es tan sexy. - Dijo Danny logrando que me ruborizara y que soltara una risa nerviosa.
- Sera mejor que nos apresuremos, el chofer nos está esperando. - Entre Tommy, Harry, Danny y Tom se las arreglaron para llevar las maletas mientras Dougie caminaba tan cerca de mí que podía aparentar ser mi guardaespaldas. Salimos del aeropuerto y encontré a nuestro transporte a un par de metros de las puertas.
- ¿Señorita Miller? - Pregunto un señor regordete de baja estatura que anteriormente se encontraba recargado en la camioneta.
- Si, supongo que usted es el señor Velázquez. - El señor extendió su mano hacia mí y yo la estreche levemente. - Mucho gusto.
- El gusto es mío ¿Listos para ir al hotel? - Asentí y nos ayudó a subir las maletas a la camioneta, después subimos nosotros y emprender nuestro camino al hotel que duró media hora.
Llegamos al hotel a eso de las seis, nos hospedamos en el Hilton que estaba a solamente veinte minutos del auditorio.
- Si necesitan que los lleve a algún lado no duden en llamarme.
- Creo que ahora los llevare a comer cerca de aquí aunque mañana saldremos a almorzar a medio día.
- ¿Ya sabe a qué lugar llevarlos?
- En realidad no ¿Alguna recomendación?
- Uhmm, están relativamente cerca de la Alameda Central, solo es cuestión de cruzar la avenida y ahí podrán encontrar varios puestos de comida.
- Excelente idea, gracias.
- Para servirle, nos vemos mañana.
- Si, que tenga linda tarde.
- Hasta luego. - Se despidió aquel señor y después se marchó, los chicos se encontraban sentados en unos sofás en el lobby del hotel. - Bien ¿Quién quiere ir a comer? - Los chicos se pusieron de pie inmediatamente y no necesite que me respondieran. Dejamos las maletas en el lobby pues nos habían dicho que los botones del hotel se encargarían de que estuvieran en nuestras respectivas habitaciones cuando regresáramos.
- ¿Tomamos un taxi? - Pregunto Tommy Jay.
- No, caminaremos, no está lejos. - Los llevaría a un pequeño bar donde vendían comida típica realmente deliciosa.
- ¿Tú vivías por aquí? - Me pregunto Tom mientras doblábamos en la esquina hacia la derecha, faltaba poco para llegar.
- No exactamente, vivía relativamente cerca. - Antes de que me preguntaran algo más habíamos llegado a aquel bar que ofrecía excelentes platillos típicos de México. Una señorita nos recibió y note la forma tan descarada en que examino a cada uno de los chicos aunque ni siquiera se detuvo en Tommy Jay.
- ¿Mesa para cinco? - Pregunto en español coquetamente a Harry quien hizo un evidente rostro de confusión y volteo a verme de inmediato.
- Para seis, por favor.
- Oh, vienen juntos. - Dijo con un tono de voz que me resulto molesto, asentí con una sonrisa la cual no pude evitar convertir en una risita cuando dio media vuelta y dijo entre dientes “por aquí”.
- ¿De qué te ríes? - Me preguntaron Tom y Danny al mismo tiempo haciendo que la señorita volteara a verme con el mismo semblante que había hecho Harry, sí, me reí más después de eso.
- De nada. - En realidad me reía de la forma en que algunas personas trataban a otras, como acaba de ser el caso. La señorita nos guío a nuestra mesa y después de que tomamos asiento nos dio los menús. Se marchó no sin lanzarme antes una mirada de desprecio que no dude en sostenerle aunque mi semblante era sonriente y eso era lo que probablemente más le frustraba.
- ¿Qué deberíamos ordenar? - Pregunto Tommy Jay mientras hojeaba el menú.
- No se compliquen demasiado, pediremos seis platillos diferentes y tendrán que probarlos todos ¿Les parece?
- Tú eres la experta. - Sonreí por el comentario de Harry y con una seña de la mano llame a la señorita camarera la cual vino en mala gana.
- ¿Listos para ordenar?
- Sí.
- ¿Qué les voy a servir?
- Sería una orden de flautas de pollo, unas enchiladas de mole y otras verdes, una orden de sopes y otra de quesadillas y una tostada de picadillo y otra de tinga.
- Entendido, y ¿Qué le voy a servir a los caballeros? - Note la risa que la señorita trato de aguantar.
- Eso es para todos, gracias.
- Oh, claro, siento el error. - Note un poco de sarcasmo en su voz. - ¿Qué van a querer tomar?
- Chicos ¿Quieren unas cervezas?
- Suena bien.
- Ok, serian seis cervezas, por favor.
- Enseguida. - La señorita se marchó y aproveche que Tommy Jay estaba sentado a mi lado para hablar con él.
- ¿Tommy?
- ¿Dime?
- ¿Qué te parecería de un viaje a la playa después de los conciertos?
- Era algo que, de hecho, estábamos planeando aunque yo no los acompañaría.
- ¿Por qué?
- Tengo que regresar a Londres por un par de días pero nos encontraríamos de nuevo en Venezuela ¿Qué playa sugieres?
- Pues Cancún es una excelente opción.
- ¿Cancún? ¿Dónde el mar tiene siete tonos diferentes de azul?
- Sip.
- Suena excelente. Entonces tenemos que comprar los boletos de aquí a allá y de Cancún a Caracas. También tenemos que reservar el hotel.
- No te preocupes por eso, mis padres tenían una casa ahí que herede yo, por suerte no la vendí junto con el resto de las propiedades.
- Estupendo, solo falta lo de los boletos.
- Hay vuelos constantes hacia Cancún y son dos horas de vuelo, podríamos salir después del concierto del viernes y llegaríamos aproximadamente a medianoche o un poco más tarde pero así podríamos aprovechar mejor el tiempo pues llegamos a dormir y la mañana siguiente los chicos pueden salir.
- ¿Los chicos? ¿Solamente ellos?
- No, si no te molesta ¿Podría venir con nosotros una amiga? Yo me encargare de pagar su boleto.
- Yo no tengo ningún problema con eso, pero ¿Por qué no saldrás con los chicos?
- Tengo que ir a Mérida a resolver algo el día cuatro pero mi amiga, Sam, podrá darles un recorrido o algo por el estilo durante mi ausencia.
- ¿De qué hablan ustedes dos? - Pregunto Danny. Tommy me lanzo una mirada interrogante y yo asentí esperando a que les diera la noticia.
- Ustedes, chicos, irán a la playa junto con Zoé y alguien más. - Todos soltaron alaridos de alegría y agradecimiento, unos cuantos de alivio y emoción pero no pudieron decir más pues se quedaron sin palabras al ver los platillos que la señorita mesera estaba colocando sobre nuestra mesa que, para ser sincera, se veían absolutamente deliciosos. Comenzamos a comer picando a cada uno de los platillos, las caras de los chicos delataban que estaban disfrutando cada mordisco que daban y yo me deleitaba al igual que ellos pues hacia casi un año que no comía algo tan… familiar, por así decirlo. Seguimos degustando todo el manjar hasta que nos encontrábamos oficialmente satisfechos.
- Eso fue delicioso. - Dijo Harry después de soltar un suspiro y frotar su abdomen.
- La comida “mexicana” - Tom marco las comillas con sus dedos. - No se parece nada a esto.
- Por supuesto que no. - Dije frunciendo el ceño y después todos soltamos unas risas. Pedimos la cuenta y Tommy fue quien pago con una tarjeta de crédito que me dio.
- ¿Para qué?
- Para que compres los boletos de avión.
- Planeaba salir hoy en la noche.
- Será cuando regreses, en ese caso.
- Eso seguramente mañana en la mañana.
- Oh. - El semblante de Tom cambio a uno lleno de sorpresa.
- No me malinterpretes, veré a Sam pues hace tiempo que no lo hago y seguramente me quedare a dormir en su casa por eso regresare el día de mañana para poder llevarlos a dar una vuelta a la Alameda Central y comer algo antes del concierto.
- Oh, en ese caso ¿Podrías comprar los boletos en casa de tu amiga?
- Por supuesto, le pediré su laptop ¿Qué datos son los que debo de ingresar? - Tommy saco de su cartera un pedazo de papel doblado en dos que me dio, lo desdoble y lo que venía ahí escrito era una dirección junto con un nombre que era seguramente el titular de la tarjeta y otros datos que eran normalmente usados para transacciones que requirieran tarjeta de crédito.
- Y de una vez hay que comprar los de Caracas.
- Entendido, lo haré cuando llegue a casa de Sam.
Eran un poco más de las ocho cuando llegamos al hotel. Cada quien se marchó a su habitación y yo casi salí corriendo a la mía aunque los tacones me dificultaron un poco esta tarea. Entre a mi habitación y tome el auricular del teléfono que estaba en la mesa de noche al lado de la cama, marque rápidamente el número de Sam mientras echaba un vistazo al reloj de la pared, veinte minutos pasados de las ocho. Al inicio del segundo tono ella ya había contestado.
- ¿Si? - Hablo con un tono dudoso.
- Hola, Sam.
- ¡Zoé! ¿Ya llegaste?
- Sí, estoy en el Hilton cerca de la Alameda Central.
- En media hora paso por ti, prepara algo de ropa que será una noche larga.
- Me lo imaginaba. - Ambas reímos y cortamos la llamada, decidí cambiarme de ropa pues iba demasiado arreglada, al fin y al cabo había cumplido mi objetivo del día. Abrí la maleta y me puse prácticamente lo primero que encontré: jeans, blusa color verde turquesa y encima una chaqueta de cuero negro. En lugar de los incomodos tacones me calce unos vans de corte clásico negro y sujete mi cabello en una cola de caballo alta que, sorprendentemente, se veía bastante bien pues las ondas que me había hecho con las tenazas seguían marcadas. Tome un bolso lo suficientemente grande para guardar mi pijama junto con mi neceser, un cambio limpio de ropa y mi maquillaje. Cepille mis dientes y observe el reloj en mi celular, de alguna forma, la media hora ya había pasado. Salí apresuradamente de mi habitación sin olvidar mi llave o mi bolso. Por suerte estábamos en el segundo piso del hotel y pude bajar por las escaleras rápidamente. Observe la entrada ansiosamente y todavía no había atisbos de aquel Chevrolet Camaro descapotable modelo 1977. Sam odiaba ese auto que fue un regalo de sus padres pero se encontraba en un estado perfecto, bien podría ser considerado de colección y, para ser honesta, yo lo amaba y más por su brillante color azul eléctrico, era mi delirio. También era una de las pocas razones por las que quería manejar pues yo soñaba tener un auto así. Sam le llama “cacharro” pero yo le decía “Blu”, si, como la caricatura de “Mansión Foster para amigos imaginarios”.
- Disculpe. - Dije a aquel afeminado hombre que se encontraba en recepción.
- ¿En qué puedo ayudarle, señorita?
- ¿Tendrá una pluma y un pedazo de papel?
- Oh, por supuesto. - Abrió el cajón que se encontraba enfrente de él y saco lo que le pedí. - Aquí tiene.
- Muchas gracias. - Garabatee rápidamente un recado para los chicos junto con el teléfono de la casa de Sam por si necesitaban algo. - ¿Le podría pedir otro favor? - Pregunte una vez que termine de escribir el mensaje.
- Claro que sí, señorita ¿En qué más puedo servirle?
- Este recado es para los chicos de las habitaciones 105, 106, 107 y 108.
- ¿Los chicos de McFly? ¿Viene con ellos?
- Sí, soy su fotógrafa.
- Oh, usted debe de ser Zoé Miller, si no me equivoco, habitación 104.
- Exactamente, si llegan a preguntar ¿Les podría entregar esto?
- Por supuesto, pero ¿Si no preguntan?
- En ese caso, por favor, que se lo entreguen a Tom Fletcher en su habitación.
- Entendido, señorita. - En ese preciso instante escuche el familiar sonido de aquel claxon en la entrada.
- Muchas gracias, que pase linda noche. - Dije apresuradamente sin darle tiempo de responderle. Prácticamente corrí hacia la entrada y me monte en el auto de un brinco pues él techo no estaba montado. - Tanto tiempo sin verte, no sabes la falta que me has hecho.
- Yo también te…
- Mi dulce, dulce, Blu. - Me desparrame en el asiento y lo abrace dramáticamente mientras soltaba una carcajada por el rostro que había puesto Sam.
- Casi un año sin vernos y esto es lo que recibo. - Bufó audiblemente mientras arrancaba el auto fuera del recibidor del hotel.
- Sabes que es una broma. - Pellizque una de sus mejillas mientras sentía el viento revolotear mi cabello a medida que avanzábamos. - No tienes una idea de cuánto extrañe esto.
- ¿Y bien? ¿Cómo va todo en Dreamland a.k.a. Londres?
- Uhmm… ¿Por dónde podría empezar a responder esa pregunta?
- Por donde sea. - Buscaba algo que contarle que pudiera sorprenderla y llego tan rápido como lo busque.
- ¿Sabes por qué estoy aquí?
- ¿Por qué no puedes vivir sin mí y vienes para llevarme contigo a Inglaterra? - Soltamos unas risas por su comentario.
- No sería una mala idea que te mudaras.
- Si lo he considerado.
- ¿Y bien? ¿¡Qué te detiene!?
- No sé ¿Miedo?
- ¿De qué?
- De que las cosas cambien.
- Sam, las cosas ya han cambiado.
- Lo sé.
- ¿¡Entonces!? ¡Sería increíble!
- Tendré que buscar un departamento…
- Oh, nada de eso, el mío es muy grande y tengo una habitación para visitantes que podría ser la tuya.
- Pero ¿No seré un estorbo?
- Oh, dios, Samantha no digas tales tonterías, vivo sola y el lugar es demasiado grande para una sola persona.
- Te ayudare con la renta, en ese caso.
- Ya está completamente pagado, fue un regalo de mi padre.
- ¿Cómo es eso?
- Si, lo compro antes de irse al saber que deseaba vivir en Inglaterra.
- Te ayudare con los gastos.
- Podemos hablar de eso después pero eso de que vivirás en mi departamento es un hecho sin discusión.
- Entendido. - Lo dijo con un tono de voz apenado pero su semblante cambio a uno de entusiasmo. - Tengo algo para ti. - Tomo el volante con la mano izquierda mientras que con la derecha comenzó a rebuscar algo en la guantera del auto que encontró en unos cuantos segundos, saco dos rectángulos de papel que me entrego. - Compre los boletos ¡Mañana es el concierto!
- Yo también traigo algo para ti. - Busque en mi bolso el pase a backstage que Tom me había dado el mismo día que descubrí que sería su fotógrafa en el tour. Lo encontré en el fondo y lo saque, se lo mostré y casi chocamos contra un poste por la sorpresa que la invadió. Sam estaciono el auto en un lugar donde no estorbáramos e inmediatamente se giró hacia mí.
- ¿Cómo lo conseguiste? ¿¡De dónde lo robaste!? - Troné la lengua repetidas veces en forma de negación.
- No lo robe, me lo dieron. - Ella veía estupefacta el pase que ahora tenía en sus manos y podía jurar que estaba a punto de colgárselo con la correa que este incluía.
- Espera ¿Y el tuyo? - Volteo a verme y no pude evitar sonreír, saque ahora el gafete que garantizaba que yo trabajaba para los chicos y se lo mostré.
- No.
- Oh, sí.
- No.
- ¡Qué sí!
- Oh, mi dios.
- Lo sé.
- ¿Cómo paso esto?
- Yo… no tengo idea.
- Oh, mi dios.
- Tengo tanto que contarte.
- Si, tienes mucho que contarme. - Arranco nuevamente el auto y me di cuenta que esta vez aumento la velocidad para que llegáramos más rápido a su casa lo cual hicimos en veinte minutos y no en media hora, como era normalmente. Lo más difícil fue ver el ahora vacío terreno donde se encontraba mi casa pues solo había una manzana de distancia entre mi casa y la de Sam y por obligación se tenía que pasar por ahí para llegar al hogar de Sam. Se marcaba perfectamente el área del incendio y el resto era pasto completamente seco de colores sepia en distintas tonalidades.
- Esto me recuerda, tengo que ir a recoger las llaves de la casa en Cancún.
- ¿Quieres que vayamos de una vez?
- ¿No es mucha molestia?
- No, por supuesto que no.
- Entonces déjame llamarle a la inmobiliaria. - Busqué el numero en mi teléfono y al encontrarlo llame, en cuestión de segundos contestaron y aceptaron verme en ese preciso momento aunque les asegure que llegaría en diez minutos.
- ¿Para qué necesitas las llaves?
- Porque les dije a los chicos que después del concierto iríamos a Cancún.
- ¿Te vas a ir tan pronto?
- Tú vienes con nosotros.
- ¿Qué? ¿¡Por qué!?
- Por qué sí. - Me hundí de hombros y ella solo soltó una risita. - No te preocupes, yo te invito y Tommy Jay me dijo que no había ningún problema. - Soltó un suspiro justo cuando llegamos.
- ¿Vienes?
- Te espero.
- Okay, no me tardo. - Saque de mi bolso mi credencial de elector y me baje del auto solo con eso. Estábamos en la inmobiliaria en la que mi padre trabajaba a tiempo parcial, esta misma fue la que me ayudo con el trámite de venta de todas las propiedades que mi familia tenía a excepción de esa casa en Cancún. Tarde unos cuantos minutos pues tuve que firmar algunas actas y constancias después para que aquella casa quedara ya a mi nombre pero no fue tanto papeleo pues ya tenían todo listo. Recibí las llaves de la casa y una copia de las mismas junto con unos cuantos papeles como los recibos de predial, luz y gas de la casa. Me aseguraron que llamarían a la señorita que solía hacer la limpieza para que se encargara y el día que llegáramos estuviera completamente limpio y tuviera todos los servicios que necesitáramos en perfecto estado, también les pedí que llenaran el refrigerador y la alacena.
 - Listo. - Entre al auto de Sam mientras agitaba las llaves frenéticamente frente a su cara y ella solo reía. - Gracias.
- No hay de que ¿Lista para ir a casa?
- Sip. - Esta vez por fin llegamos a la casa de Sam pero evite voltear a donde estuvo alguna vez mi hogar y solo enfoque mi vista en su casa que tenía una hermosa fachada hecha con piedras que formaban un mosaico por la posición en la que las habían colocado. Sam tomo un pequeño control presionando un botón del mismo para que la puerta de su cochera se abriera, metió el coche y entramos por la puerta que conectaba directamente con su cocina que olía delicioso. - ¿Qué es ese exquisito olor?
- Prepare galletas con chispas de chocolate. - Tomo unos guantes y saco una bandeja llena de galletas del horno.
- Oh, mi dios. - Tome una galleta y me deleite con su delicioso sabor aunque me hubiera quemado la lengua pues todavía seguían calientes.
- Preparare un poco de café.
- Mientras lo haces ¿Puedo usar tu lap para comprar los boletos?
- Por supuesto, está en la sala. - Fui a donde me indico y regrese a la cocina con la laptop en mis brazos, la deje sobre la mesada y comencé la búsqueda de los boletos. - Que suerte, hay un vuelvo que sale un par de horas después del concierto del viernes y todavía nos da tiempo de llegar al aeropuerto.
- ¿Saldríamos ese mismo día?
- Sip, dice que el vuelo llegaría a Cancún a la una de la madrugada, rentamos una camioneta y llegamos a dormir a la casa.
- Suena excelente. - Realice la transacción de los boletos de los chicos con la tarjeta de Tommy Jay y compre el mío y el de Sam con mi tarjeta de crédito, después compre los boletos a Venezuela que en ese caso fueron solo cinco y los compre todos con la tarjeta de Tommy.
- Sam ¿Regresas a México el nueve o te quedaras unos días más?
- Uhmmm, creo que regreso el nueve.
- En ese caso comprare tu boleto de una vez ¿Okay?
- Yo lo compro.
- Demasiado tarde. - Realice la última transacción. - ¿Puedo imprimir los recibos?
- Claro. - Mande a imprimir aquellas cosas, recogí las cuatro hojas que se habían impreso y las guarde en mi bolso doblándolas por la mitad. Cerré la computadora de Sam y la coloque justo donde se encontraba hace unos minutos.
- Gracias. - Tome otra galleta y un sorbo del café que Sam había preparado, después tome asiento en uno de los bancos que se encontraban rodeando la isla en la cocina de Sam. - Esto está absolutamente delicioso.
- Me alegra que te guste.
- No sabes cómo me han ayudado tus clases de cocina allá, aunque he de admitir que no soy tan mala cocinando y agregándole mi toque a tus recetas y las de mi madre. - Ella soltó una risa mientras tomaba asiento. - Hablemos. - Dije iniciando así una de las veladas más largas pero una de las más entretenidas pues esto significaba ponernos al corriente con casi un año de nuestras vidas.

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